Durante una tensa sesión en el Senado, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, enfrentó duras acusaciones sobre su supuesta vinculación con irregularidades en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). El debate, impulsado por el senador Jota Pe Hernández, quien pidió la renuncia del ministro, escaló rápidamente cuando Bonilla desestimó las denuncias calificándolas de “chismes de prensa” y retó a que le presentaran pruebas. “No permitiré que ensucien mi nombre sin fundamentos”, aseguró Bonilla.
El enfrentamiento subió de tono cuando Bonilla, en tono despectivo, se refirió al senador como “senador youtuber”, criticando su participación en redes sociales. Hernández, del partido Alianza Verde, no tardó en responder: “A diferencia suya, yo no tengo que defenderme en estrados judiciales para demostrar que no soy corrupto”, replicó de manera contundente, dejando claro que sus labores en redes no le restan legitimidad.
La escena desnudó no solo un choque personal, sino una división política profunda: mientras Bonilla se presenta como víctima de rumores, Hernández encarna el discurso anticorrupción que busca golpear al gobierno.
El intercambio entre ambos políticos ha generado una ola de reacciones en el escenario político nacional, en un contexto en el que las acusaciones de corrupción y la transparencia en la administración pública están en el ojo del huracán. Mientras el ministro Bonilla se enfrenta a este nuevo desafío, el senador Hernández parece dispuesto a mantener la presión, utilizando tanto el Senado como las plataformas digitales para seguir adelante con su cruzada contra lo que considera prácticas cuestionables dentro del Gobierno.