
En estos tiempos, el ambiente político se agita con la llegada de las elecciones regionales, un periodo crucial que determinará quienes serán nuestros líderes locales durante los próximos cuatro años. Además de esto, estas elecciones regionales tienen un impacto más allá de lo local, ya que también influyen en el panorama de las elecciones presidenciales. Sin lugar a dudas, llevar a cabo una campaña electoral representa un gasto considerable. Se necesita financiar la logística, la publicidad, los refrigerios, la gasolina, los equipos, y más publicidad. Aunque algunos candidatos afirmen que sus campañas son austeras y de bajos recursos, no pueden negar que, incluso con recursos mínimos, se requiere de una inversión significativa en la contienda regional.
¿Quién no ha experimentado esa incómoda conversación con un candidato que te dice: «Ayúdame, mira que, si yo gano, a los dos nos va bien. Usted me ayuda ahora y cuando yo esté en el gobierno le ayudaré»?. Sin duda, esta expresión suele generar desilusión acompañada de una risa irónica.
Pero, ¿por qué quieren todo gratis? ¿Les han informado a los candidatos que la economía está en picada? ¿Que llevar una libra de carne a casa es un lujo, que los huevos en la tienda no son regalados, y que debemos pagar el arriendo, los servicios y la comida diaria?.
Sí, señores candidatos, es que así como a ustedes se les retribuirá por sus votos y recibirán un sueldo cuando lleguen al cargo, deben comprender que también deben pagar por lo que necesitan para su campaña. Y aquí no hablamos de comprar votos, hablamos de cubrir los costos de publicidad, pancartas, camisetas, equipos de sonido, gasolina, vehículos, alimentos, y, sobre todo, el trabajo del personal técnico, profesional e incluso de los voluntarios que se esfuerzan por promover su candidatura.
Porque, seamos realistas, señores candidatos, ustedes no llevarán la comida a casa solo con ideología y fe. Entonces, estimados lectores, cobren por sus productos, por su trabajo y por su tiempo. Cobren de manera justa y realista por los servicios que ofrecen en la campaña. No hay razón para que todo esto sea gratuito.
Si alguien decide ser voluntario, eso es una elección personal. Pero incluso en ese caso, se deberían proporcionar al menos comida y transporte, como una muestra de respeto por el tiempo y el esfuerzo que dedican.
Con el tiempo y la experiencia, he aprendido que lo regalado rara vez se valora como se debería. Mientras que a aquellos quienes cobran por sus servicios, se les mira con aprecio y respeto. Esto es válido no solo para la política, sino para cualquier profesión.
Así que, en resumen, apreciados lectores, valoren su trabajo, cobren lo que merecen y hagan su labor con integridad y profesionalismo. Es la única manera de construir una sociedad donde el esfuerzo y la dedicación sean verdaderamente reconocidos.
Un abrazo a todos, y que estas elecciones sean un proceso justo y transparente.