El fútbol, ese deporte que une a multitudes y genera pasiones, ha sido una vez más víctima de la violencia. La noche del jueves 26 de septiembre será recordada no por el juego entre Atlético Nacional y Junior de Barranquilla, sino por la tragedia que manchó la fecha diez del fútbol profesional colombiano. Lo que debió ser una fiesta deportiva, terminó en horror cuando, en el minuto 54, el partido fue suspendido debido a las violentas riñas entre hinchas en la tribuna occidental del Estadio Atanasio Girardot.
Más de 20 personas resultaron heridas, según los primeros reportes, y la cifra podría aumentar. Peor aún, circula la noticia extraoficial de que tres personas perdieron la vida: dos hinchas del Junior y uno del Nacional. En redes sociales, las imágenes muestran una escalofriante realidad: hinchas de ambos equipos armados con cuchillos, demostrando que el fútbol ha dejado de ser un terreno para el deporte y se ha convertido en uno de confrontación mortal.
Es desgarrador pensar en las familias que asistieron al estadio buscando un espectáculo y terminaron huyendo despavoridas ante el caos. Algunas de ellas ni siquiera pudieron abandonar el recinto, atrapadas en el estadio mientras las autoridades intentaban retomar el control. ¿Cómo es posible que un evento que debería ser una celebración termine en muerte y destrucción?
Este triste episodio es un recordatorio del largo camino que aún le queda a Colombia para erradicar la violencia en los estadios. No es la primera vez que el fútbol colombiano vive una tragedia así, pero es imperdonable que sigamos permitiendo que esto suceda. Las autoridades, los clubes y la sociedad deben reflexionar profundamente: el fútbol no puede continuar siendo escenario de odio y violencia. Si no actuamos, seguiremos manchando el deporte y poniendo en riesgo la vida de aquellos que solo buscan disfrutar de una pasión que debería unirnos, no dividirnos.
Es hora de que se tomen medidas serias y definitivas para evitar que estos episodios sigan ocurriendo. No podemos permitir que la tragedia se vuelva la norma en el fútbol colombiano.