
El secuestro y posterior liberación por parte de la guerrilla del ELN de la sargento tolimense Karina Ramírez, sus dos pequeños hijos y su mascota, nos dejaron varias reflexiones durante la presente semana.
La primera, es indudable la actitud inhumana, inexplicable, de una guerrilla retrógrada que históricamente ha engañado a los gobiernos con amagos de conversaciones de sus cabecillas mientras que sus hombre en fila siguen delinquiendo en las regiones. Es calcado el histórico actuar de este grupo al margen de la ley: Ataques a la infraestructura económica, secuestros, asesinatos selectivos, reclutamiento de menores, extorsiones y toda forma de actos delincuenciales que se nos ocurra.
Fue poco afortunada la salida del ministro de la Defensa Nacional a los medios de comunicación. Se atrevió a decir el jefe de la cartera que la sargento tolimense había cometido una imprudencia al aventurarse sola, con sus pequeños, por una carretera solitaria y peligrosa. Tal vez, el ministro Velásquez no sepa que al interior de las fuerzas militares hay unas jerarquías y unos conductos que se deben seguir y cumplir. Es claro que sus superiores le ordenaron a la suboficial que debía presentarse a esa guarnición militar Arauca. La sargento prefirió “ser imprudente” y cumplir con las directrices de la institución.
Por fortuna, llegó oportunamente la mediación de la Iglesia Católica y de la Defensoría del Pueblo para que la sargento Karina Ramírez haya podido regresar al seno de su familia y poder contar la historia. Esa misma historia muchos otros secuestrados a manos de esa guerrilla beligerante no lo pudieron contar porque fueron asesinados y desaparecidos.
Es claro que el Gobierno Petro no ha podido encontrar el camino de la cacareada “paz total”. Se quedó en anuncios de prensa, de twitter, y en la esperanza de muchos colombianos azotados por la violencia. Muchos en Colombia vemos con mucho escepticismo ese cede del fuego con el ELN porque conocemos de su histórico actual a punta de sangre, fuego, extorsiones, miedo y asesinatos.
Este mes será determinante para saber si quieren hacer parte de un proceso de paz del que nos han contado muy poco a los colombianos y del que sólo sabemos que guarda muchos secretos. Esperemos que esas conversaciones, sólo para bien de los colombianos, lleguen a un feliz término aunque no nos terminamos de convencer.
En menos de un mes se cumplirá el primer año de mandato de Gustavo Petro y el país sigue descuadernado. Cuesta abajo. El empoderamiento de las bandas delincuenciales y de las disidencias es notorio, salta a la vista. En regiones como el Sur del Tolima los campesinos están viendo inermes el resurgir de los delincuentes, con la mirada cómplice de un Gobierno que ni siquiera le permite actuar a nuestras fuerzas militares.
Los que pensaron que la cercanía ideológica de un Gobierno a unas organizaciones delincuenciales iba a ser el camino del sometimiento a la justicia, ya se empezaron a dar cuenta que les vendieron humo, y que por el contrario lo que ha hecho este nefasto gobierno es fortalecerlos militar y económicamente.
Por: Felipe Ferro – @Pipe_FerroLoz