La capital del Tolima ha sido golpeada por una creciente ola de inseguridad en los últimos años. A pesar de los esfuerzos de las autoridades locales para combatir el delito, los índices de criminalidad siguen en aumento, y una de las principales causas es el microtráfico de drogas, que además y de manera silenciosa se nos está convirtiendo en un grave problema de salud pública.
El microtráfico es una actividad ilegal que consiste en la venta de pequeñas cantidades de droga, generalmente en barrios y zonas marginales de las ciudades, pero que se ha venido expandiendo a centros sociales, sitios nocturnos y cualquier parque sin importar el estrato se han venido convirtiendo en expendios del llamado «narcomenudeo».
A pesar de que las cantidades de droga que se comercializan son aparentemente pequeñas, el problema radica en que ningún espacio público está a salvo de esta actividad delictiva que ocasiona un grave impacto en la comunidad, ya que la actividad suele estar asociada con la violencia, la delincuencia y el deterioro de la sociedad sin distinguir edades, condiciones socioeconómicas ni el nivel educativo o profesional.
El aumento del microtráfico en Ibagué ha generado una espiral de violencia y delincuencia que afecta a toda la ciudad. Los enfrentamientos entre bandas rivales por el control del territorio y del cada vez más lucrativo actuar criminal son cada vez más frecuentes, y los ciudadanos se sienten cada vez más inseguros en sus hogares y en las calles.
Es necesario que las autoridades tomen medidas urgentes para combatir este flagelo, pero también urge fortalecer los programas de prevención del delito, la promoción de empleo y la educación en las zonas más vulnerables de la ciudad. También es importante que se inviertan más recursos en la seguridad ciudadana, y se fortalezcan las acciones de inteligencia y control policial.
Es necesario que las autoridades tomen medidas urgentes para combatir esta actividad, y así garantizar la seguridad y el bienestar de todos los habitantes de la ciudad.
Por último, seguimos viendo el tema como una lucha frontal contra la delincuencia únicamente, es necesario seguir trabajando para erradicar este mal de nuestra sociedad. Pero es triste ver cómo al adicto, al dependiente de este veneno social no se le brinda el acompañamiento en salud mental. A pesar de que el consumo los llega a convertir en delincuentes, ellos tienen una enfermedad que los lleva a esta situación. Necesitamos que las autoridades vean el tema desde un enfoque de salud mental y podamos brindarles el tratamiento adecuado para reintegrarlos a la sociedad y a sus familias.
