
En un enfrentamiento sin precedentes, el presidente Gustavo Petro arremetió contra los medios de comunicación en Colombia, amenazando la libertad de prensa y poniendo en peligro uno de los pilares fundamentales de nuestra democracia.
En los últimos días, hemos sido testigos de ataques reiterados por parte del jefe de Estado, hacia los medios de comunicación en Colombia. Sin embargo, estos ataques alcanzaron un nuevo nivel en el marco de las manifestaciones convocadas por el primer mandatario en defensas de sus nefastas reformas, cuando el presidente acusó a la Revista Semana de ordenar al CTI, allanamientos a las oficinas de la presidencia. Es importante analizar esta situación y defender con firmeza la libertad de prensa, que constituye un fundamento clave en nuestra democracia.
El presidente se ha ido de frente y con un tono revanchista en contra de la Revista Semana; simplemente por el hecho de revelar al país los oscuros, sórdidos y corruptos hechos entre la exmano derecha del mandatario, Laura Sarabia, y el entonces embajador de Venezuela, Armando Benedetti, que pusieron en evidencia el verdadero talante del Gobierno del “Cambio”. En lugar de responder a estas acusaciones con pruebas y argumentos sólidos, el presidente ha optado por desacreditar y atacar y poner en peligro la integridad de los periodistas.
La libertad de prensa es esencial para el funcionamiento de una democracia. Sin ella, no puede existir una sociedad libre. Los medios de comunicación desempeñan un papel crucial al informar a los ciudadanos, investigar y denunciar casos de corrupción, y actuar como un contrapeso al poder político. Cuando los medios son atacados y restringidos, se pone en peligro la democracia misma.
En la ya mencionada marcha se presentaron cinco ataques a periodistas, tres en Barranquilla, uno en Bogotá y otro en Medellín. Estos incidentes son alarmantes y muestran la creciente violencia contra los comunicadores; principalmente, azuzada por el mismo presidente. No hay nada que justifique la agresión contra un periodista, ni la violencia contra los medios de comunicación. Los periodistas desempeñan un papel vital al mantenernos informados y al servir como una voz crítica en la sociedad.
Es preocupante que algunos acusen a los medios de manipular a la opinión pública y de estar en manos de empresas que solo defienden sus propios intereses. Quienes hacen estas acusaciones parecen desconocer la dura y trágica historia de nuestra libertad de prensa y opinión. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de ilustrar, educar, difundir la cultura y formar la opinión personal y pública. Todo esto es esencial en un estado libre y democrático.
En palabras de Pulitzer, la opinión pública regula la conducta de una comunidad y representa un acuerdo o código moral y de educación común. Los medios de comunicación son una herramienta para moldear la opinión pública y, por lo tanto, deben ser valorados y protegidos. Hoy la realidad en nuestro país es que cuando los medios incomodan, son estigmatizados. Sin embargo, los medios de comunicación no le deben lealtad al poder político, sino que son la voz de una ciudadanía diversa y en constante cambio.
Señor presidente: en una sociedad democrática no es responsabilidad del presidente ni de ningún funcionario establecer criterios sobre qué constituye un periodismo de calidad. En el marco de una democracia, es fundamental garantizar las condiciones necesarias para que el periodismo florezca en toda su diversidad, sin que ningún funcionario intente definir qué es un buen periodismo.
Hoy, ante el comportamiento antidemocrático y dictatorial del presidente frente a los medios de comunicación, es imperioso defender sin ambigüedad, y con firmeza, nuestra libertad de prensa y recordar que, en una sociedad libre, no hay lugar para la intimidación ni los ataques a aquellos que ejercen su labor con responsabilidad y ética.