Hace pocos días, una juez de la República negó la petición de preclusión del caso contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Esta decisión, que se acata y entristece, revalida el cariño y el afecto que millones de colombianos tenemos por el dirigente político más importante de la última década en Colombia.
Es importante dejar claro que esta decisión de la jueza Laura Barrera, al negar la preclusión del proceso solicitada por la propia Fiscalía General de la Nación, no implica en ningún sentido que el expresidente sea culpable o que vaya a enfrentar un juicio. Simplemente, significa que la investigación deberá continuar, respetando el debido proceso. Álvaro Uribe hoy sigue amparado por la presunción de inocencia, y eso es algo que no debemos olvidar.
En la historia de Colombia, pocos líderes han dejado un legado tan significativo como Álvaro Uribe Vélez. Cuando asumió la presidencia, nuestro país se encontraba al borde de convertirse en un estado fallido, con una sociedad sumida en el miedo y la desesperanza. Sin embargo, con determinación y valentía, Uribe lideró una transformación que sacó a Colombia del abismo y la convirtió en el milagro suramericano.
Durante su gestión, la autoestima del país se elevó, el respeto por las instituciones se fortaleció y la percepción de seguridad mejoró notablemente. Los resultados hablan por sí solos: se redujo drásticamente el número de secuestros, pasando de 2.986 en 2002 a tan solo 99 en mayo de 2010. Las acciones terroristas también disminuyeron de manera significativa, de 1.645 en 2002 a 309 en 2009. Además, se logró frenar el crecimiento de los homicidios, reduciéndose a la mitad.
Durante su mandato, se realizaron exitosas operaciones contra el secuestro, como la Operación Jaque y la Operación Camaleón. Se desarticuló a grupos guerrilleros, logrando la captura de 4.221 integrantes de las FARC, incluyendo a 17 cabecillas, y 1.102 miembros del ELN, con 26 cabecillas capturados. Asimismo, más de 53.750 guerrilleros y paramilitares se desmovilizaron, buscando una salida pacífica al conflicto armado.
En la lucha contra el narcotráfico, Uribe también dejó una huella imborrable. Se redujo significativamente el número de hectáreas de cultivos de coca, pasando de 102.000 hectáreas en 2002 a 57.000 hectáreas. Se implementaron programas de sustitución de cultivos y se promovió la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico. Además, se logró la extradición de 1.149 personas por delitos relacionados con el narcotráfico. Y no podemos olvidar el programa de «Familias Guardabosques», que benefició a 100.000 familias.
Pero los logros de Álvaro Uribe van más allá de la seguridad. Durante su administración, Colombia experimentó un crecimiento económico destacable, alcanzando un 4,2% en el periodo. El ingreso per cápita se multiplicó 2.2 veces, pasando de US$2.377 a US$5.211. La inversión en el país también aumentó significativamente, del 16% del PIB en 2002 al 24% en 2009. Su gestión se caracterizó por un manejo responsable de las finanzas públicas. El déficit fiscal se redujo y se aumentó el recaudo tributario de manera significativa, pasando de $39 a $69 billones. Esto permitió al país tener una mayor capacidad de inversión en sectores prioritarios como educación, salud e infraestructura.
Lo anterior, son solo algunos de los logros conseguidos por el gran colombiano durante su mandato. La lista es extensa y abrumadora, y para resumir su gestión se necesitarían varias columnas de opinión. Con estos hechos solo quiero resaltar porque tantos colombianos siguen expresando un inmenso cariño por el mejor presidente que ha tenido Colombia en su historia.
En medio de este proceso judicial, es fundamental que mostremos nuestro respaldo y apoyo incondicional al expresidente. Él no está solo. Somos millones de colombianos los que estamos a su lado, convencidos de su inocencia y dispuestos a defender su honor. La unidad y la solidaridad son nuestra fortaleza en estos momentos difíciles.
Yo creo en Uribe.